El Bitcoin y otras criptomonedas se basan en Blockchain, una especie de base de datos en la cual se registran cada transacción realizada en la red de una criptomoneda y están disponibles para que todos los usuarios, y el público en general, los revisen, lo que significa que nadie puede gastar una moneda virtual dos veces.
Las llamadas “cadenas de bloques privadas” introducen permisos para evitar que ciertos usuarios del público en general vean todos los datos en una cadena de bloques.
Para que se entienda, una Blockchain es una cadena de bloques formada por paquete de datos que registran todas las transacciones completadas durante un período de tiempo determinado. En el Bitcoin, se genera un nuevo bloque aproximadamente cada 10 minutos. Una vez terminado un bloque (también conocido como “minado“) este ya no se puede alterar, ya que los usuarios de la red detectarían y rechazarían rápidamente una versión fraudulenta de ese bloque.
Si un grupo de mineros llega a controlar la mayor parte de la potencia informática de la red de Bitcoin, en teoría podrían alterar y hacer imposible el proceso de grabación de nuevos bloques. De esta manera los atacantes pueden llegar a controlar la extracción de nuevos bloques en la red, impidiendo a otros grupos de mineros actuar y así quedarse con todas las recompensas.